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Técnicas de respiracion, relajacion y visualizacion.
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Técnicas de respiracion, relajacion y visualizacion.
Brujo-Felino Jue Dic 04, 2008 2:59 pm
TÉCNICAS de RESPIRACIÓN, MEDITACIÓN, RELAJACIÓN y VISUALIZACIÓN
Estos cuatro pilares, forman la base de todo entrenamiento del Arte mágico. Todos los que llevamos años en el camino, recordamos lo pesadas que resultaban estas prácticas y lo difícil que es comprender el porqué de su importancia.
Todos deseamos ejecutar ritos con velas, inciensos y flores, pero al principio resulta “pesado” comprender y aceptar que sin una correcta relajación para alcanzar el estado psíquico adecuado, sin una correcta visualización interna durante el trabajo ritual, sin una correcta meditación, los ritos están vacíos, y no son más que puestas en escena de funciones teatrales exóticas.
Insisto pues en que esta lección es una de las más útiles y provechosas, a pesar de que su práctica, sobre todo al principio, puede resultar terriblemente aburrida.
Las respiraciones, durante el trabajo mágico, deben ayudar a relajarnos y a penetrar en nuestro mundo interior. Antes de iniciar un trabajo, mientras nos concentramos pensando y tomando conciencia de lo que vamos a hacer, debemos reducir la frecuencia respiratoria, con ello empezamos automáticamente a relajar nuestro cuerpo y nuestra mente.
Para conseguir este propósito, lo más fácil es intentar respirar profundamente, alargando lo máximo posible el tiempo de inspiración y espiración. Una forma más eficaz y completa sería practicar la respiración abdominal.
La respiración abdominal consiste en inspirar sintiendo como el aire penetra en nuestros pulmones hasta llegar a desplazar el diafragma, de modo que al inspirar, nuestro vientre se hinche participando de la insuflación.
Después espiraremos contrayendo de forma automática la musculatura abdominal mientras expulsamos en aire. Esta es la forma básica de respiración con los ejercicios de sofronización y de yoga; curiosamente, es también la forma habitual en que respiran los niños hasta los tres o cinco años de vida.
La respiración abdominal mejora la relajación psicofísica, desbloquea las energías áuricas y aumenta la irrigación sanguínea pélvica y abdominal. Después de instaurar un buen ritmo respiratorio, ya podemos entrar en la relajación.
La relajación psicofísica es la base de una buena meditación. Para empezar debemos liberarnos de cosas que opriman nuestro cuerpo, como cinturones, vestidos apretados, etc… Después buscaremos una postura cómoda que mantenga recta la columna vertebral.
En Occidente se suele practicar tendido en el suelo, pero existe el inconveniente de quedarse dormido. También te puedes colocar sentado con los pies tocando el suelo y quedando las rodillas algo más elevadas que la articulación de la cadera.
Otra postura correcta es la posición “de sastre”, que es la forma en que se sientan los hindúes o los antiguos celtas. Después efectuar unas cuantas respiraciones, cerramos los ojos y nos concentramos en nuestro mundo interior. Después empezamos a repasar nuestro cuerpo, empezando por la cabeza y ordenando mentalmente a todos los músculos que se relajen.
Al llegar a los pies, respiraremos profundamente y al espirar, insistiremos en una total relajación. Después afirmaremos mentalmente: “Todo mi cuerpo está distendido, siento la fuerza de la gravedad con mayor claridad que nunca, mi cuerpo pesa, se cae, se relaja… se relaja.
Estoy en un nivel especial de conciencia, en las fronteras del sueño, en un nivel donde curiosamente ni duermo, ni estoy despierto. En este portal donde toda vivencia es posible y donde el acceso al astral es fácil y seguro”. Después de esta afirmación, ya no podrá seguir el trabajo de meditación y visualización.
La meditación tal como se practica en Occidente, consiste en proyectarse dentro de un escenario mental para experimentar en él. Se puede meditar de forma dirigida, que consiste en elegir previamente un tema o un símbolo para aprender sus enseñanzas, o de forma libre, que es cuando después de la relajación dejamos que las imágenes fluyan y se manifiesten sin ningún tipo de control sobre el tema.
Hay otra forma de meditación, que es la que se una en el Zen y en la mayoría de prácticas orientales, que consiste en fijar en la mente un símbolo y sin dejar correr la imaginaria, pasar mucho tiempo reteniendo su imagen inmóvil hasta fusionarse mentalmente con él.
Se puede clasificar como una técnica de contemplación y es poco apropiada para el trabajo del Arte. La meditación en si, es una forma importante de trabajo mágico. A través de ella se puede conectar con el inconsciente colectivo y obtener valiosa información para nuestro desarrollo personal.
En todo trabajo mágico, es importante marcar uno límites entre el mundo cotidiano y los niveles astrales, para ello es importante poner “puertas” entre ambos niveles.
La mejor forma de poner puertas es marcar siempre unas pautas antes y después de cada trabajo. Así por ejemplo, en las meditaciones podemos visualizar antes de empezar, que bajamos tres peldaños de una escalera antes de entrar en el escenario, y al salir, que los subimos antes de abrir los ojos al mundo cotidiano.
Otra forma sería visualizar una puerta o una cortina a la que atravesaremos, abriremos o cerraremos según el momento.
En los ritos se consigue este fin trazando y disolviendo el círculo mágico. Aunque no parezca posible, algunos ocultistas que no usan estas técnicas tan sencillas, en algunas ocasiones han perdido el control entre ambos mundos y han tenido problemas psiquiátricos por no distinguir el mundo exterior de los niveles internos. Poner “puertas” es una medida de seguridad que debemos acostumbrarnos a utilizar desde la primera meditación.
La visualización es una técnica de trabajo astral básica para obtener buenos resultados mágicos. La visualización se basa en utilizar perfectamente la imaginación visual, pero para que sea realmente efectiva todos los sentidos deben participar en ella. Este técnica se utiliza en una u otra forma en todos los trabajos mágicos, pues en ella se basa buena parte del manejo del plano astral. Sirve para atraer las cosas al mundo material, o para conseguir vivencias a nivel mediático capaces de equivales a verdaderas experiencias en el mundo físico.
La forma más sencilla de entrenarse en la visualización es la siguiente: Nos relajamos, e imaginamos que frente a nosotros hay una cesta con varios tipos de fruta.
Nos acercamos a ella, vemos sus atractivos colores, e imaginamos que cogemos una pieza de esta fruta. Notamos la piel en nuestra mano, ¿qué sensación nos produce la piel de la fruta que hemos elegido? Después cerramos los ojos y la olemos. ¿Huele bien, parece madura?
Después la mordemos intentando disfrutar de todo su sabor. ¿Está rica? Por último la volvemos a morder, pero esta vez nos concentramos en el ruido producido por nuestros dientes al desgarrar su pulpa.
Después la dejamos sobre la mesa y hacemos lo mismo con otra pieza distinta que cogeremos de nuevo de la cesta de frutas. Este es un ejercicio muy simple pero en él intervienen todos los sentidos, por ello es también muy eficaz. Después se puede practicar en distintos escenarios hasta conseguir que las meditaciones sean vivencias tan reales como la vida cotidiana.
Estos cuatro pilares, forman la base de todo entrenamiento del Arte mágico. Todos los que llevamos años en el camino, recordamos lo pesadas que resultaban estas prácticas y lo difícil que es comprender el porqué de su importancia.
Todos deseamos ejecutar ritos con velas, inciensos y flores, pero al principio resulta “pesado” comprender y aceptar que sin una correcta relajación para alcanzar el estado psíquico adecuado, sin una correcta visualización interna durante el trabajo ritual, sin una correcta meditación, los ritos están vacíos, y no son más que puestas en escena de funciones teatrales exóticas.
Insisto pues en que esta lección es una de las más útiles y provechosas, a pesar de que su práctica, sobre todo al principio, puede resultar terriblemente aburrida.
Las respiraciones, durante el trabajo mágico, deben ayudar a relajarnos y a penetrar en nuestro mundo interior. Antes de iniciar un trabajo, mientras nos concentramos pensando y tomando conciencia de lo que vamos a hacer, debemos reducir la frecuencia respiratoria, con ello empezamos automáticamente a relajar nuestro cuerpo y nuestra mente.
Para conseguir este propósito, lo más fácil es intentar respirar profundamente, alargando lo máximo posible el tiempo de inspiración y espiración. Una forma más eficaz y completa sería practicar la respiración abdominal.
La respiración abdominal consiste en inspirar sintiendo como el aire penetra en nuestros pulmones hasta llegar a desplazar el diafragma, de modo que al inspirar, nuestro vientre se hinche participando de la insuflación.
Después espiraremos contrayendo de forma automática la musculatura abdominal mientras expulsamos en aire. Esta es la forma básica de respiración con los ejercicios de sofronización y de yoga; curiosamente, es también la forma habitual en que respiran los niños hasta los tres o cinco años de vida.
La respiración abdominal mejora la relajación psicofísica, desbloquea las energías áuricas y aumenta la irrigación sanguínea pélvica y abdominal. Después de instaurar un buen ritmo respiratorio, ya podemos entrar en la relajación.
La relajación psicofísica es la base de una buena meditación. Para empezar debemos liberarnos de cosas que opriman nuestro cuerpo, como cinturones, vestidos apretados, etc… Después buscaremos una postura cómoda que mantenga recta la columna vertebral.
En Occidente se suele practicar tendido en el suelo, pero existe el inconveniente de quedarse dormido. También te puedes colocar sentado con los pies tocando el suelo y quedando las rodillas algo más elevadas que la articulación de la cadera.
Otra postura correcta es la posición “de sastre”, que es la forma en que se sientan los hindúes o los antiguos celtas. Después efectuar unas cuantas respiraciones, cerramos los ojos y nos concentramos en nuestro mundo interior. Después empezamos a repasar nuestro cuerpo, empezando por la cabeza y ordenando mentalmente a todos los músculos que se relajen.
Al llegar a los pies, respiraremos profundamente y al espirar, insistiremos en una total relajación. Después afirmaremos mentalmente: “Todo mi cuerpo está distendido, siento la fuerza de la gravedad con mayor claridad que nunca, mi cuerpo pesa, se cae, se relaja… se relaja.
Estoy en un nivel especial de conciencia, en las fronteras del sueño, en un nivel donde curiosamente ni duermo, ni estoy despierto. En este portal donde toda vivencia es posible y donde el acceso al astral es fácil y seguro”. Después de esta afirmación, ya no podrá seguir el trabajo de meditación y visualización.
La meditación tal como se practica en Occidente, consiste en proyectarse dentro de un escenario mental para experimentar en él. Se puede meditar de forma dirigida, que consiste en elegir previamente un tema o un símbolo para aprender sus enseñanzas, o de forma libre, que es cuando después de la relajación dejamos que las imágenes fluyan y se manifiesten sin ningún tipo de control sobre el tema.
Hay otra forma de meditación, que es la que se una en el Zen y en la mayoría de prácticas orientales, que consiste en fijar en la mente un símbolo y sin dejar correr la imaginaria, pasar mucho tiempo reteniendo su imagen inmóvil hasta fusionarse mentalmente con él.
Se puede clasificar como una técnica de contemplación y es poco apropiada para el trabajo del Arte. La meditación en si, es una forma importante de trabajo mágico. A través de ella se puede conectar con el inconsciente colectivo y obtener valiosa información para nuestro desarrollo personal.
En todo trabajo mágico, es importante marcar uno límites entre el mundo cotidiano y los niveles astrales, para ello es importante poner “puertas” entre ambos niveles.
La mejor forma de poner puertas es marcar siempre unas pautas antes y después de cada trabajo. Así por ejemplo, en las meditaciones podemos visualizar antes de empezar, que bajamos tres peldaños de una escalera antes de entrar en el escenario, y al salir, que los subimos antes de abrir los ojos al mundo cotidiano.
Otra forma sería visualizar una puerta o una cortina a la que atravesaremos, abriremos o cerraremos según el momento.
En los ritos se consigue este fin trazando y disolviendo el círculo mágico. Aunque no parezca posible, algunos ocultistas que no usan estas técnicas tan sencillas, en algunas ocasiones han perdido el control entre ambos mundos y han tenido problemas psiquiátricos por no distinguir el mundo exterior de los niveles internos. Poner “puertas” es una medida de seguridad que debemos acostumbrarnos a utilizar desde la primera meditación.
La visualización es una técnica de trabajo astral básica para obtener buenos resultados mágicos. La visualización se basa en utilizar perfectamente la imaginación visual, pero para que sea realmente efectiva todos los sentidos deben participar en ella. Este técnica se utiliza en una u otra forma en todos los trabajos mágicos, pues en ella se basa buena parte del manejo del plano astral. Sirve para atraer las cosas al mundo material, o para conseguir vivencias a nivel mediático capaces de equivales a verdaderas experiencias en el mundo físico.
La forma más sencilla de entrenarse en la visualización es la siguiente: Nos relajamos, e imaginamos que frente a nosotros hay una cesta con varios tipos de fruta.
Nos acercamos a ella, vemos sus atractivos colores, e imaginamos que cogemos una pieza de esta fruta. Notamos la piel en nuestra mano, ¿qué sensación nos produce la piel de la fruta que hemos elegido? Después cerramos los ojos y la olemos. ¿Huele bien, parece madura?
Después la mordemos intentando disfrutar de todo su sabor. ¿Está rica? Por último la volvemos a morder, pero esta vez nos concentramos en el ruido producido por nuestros dientes al desgarrar su pulpa.
Después la dejamos sobre la mesa y hacemos lo mismo con otra pieza distinta que cogeremos de nuevo de la cesta de frutas. Este es un ejercicio muy simple pero en él intervienen todos los sentidos, por ello es también muy eficaz. Después se puede practicar en distintos escenarios hasta conseguir que las meditaciones sean vivencias tan reales como la vida cotidiana.
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